Justin Trudeau- un reconocido adalid a favor del clima- compró en nombre de Canadá un oleoducto de betú, contribuyendo a un aumento de la extracción de petróleo y gas; pero la discrepancia entre las palabras y los hechos sobre el clima es un fenómeno global, ya que todos los gobiernos del mundo quieren luchar contra el cambio climático mientras siguen subvencionando la producción de combustibles fósiles por 445.000 millones de dólares al año.
Mientras que la NASA gasta millones de dólares en el siguimiento de las tasas de pérdida de hielo en la Antártida, los humanos lo observamos atentamente, pero seguimos actuando como de constumbre.
Cuánto más fragmentado esté el capital, mayores serán las posibilidades de que los movimientos sociales ecologistas puedan influir en los gobiernos y empuje a los Estados a la acción agresiva. El capital financiero, ha apoyado públicamente la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, y han criticado el hecho de que los gobiernos no se tomen en serio el cambio climático.